La idealización es un mecanismo defensivo que nos permite crear gratificaciones en la fantasía de que existe alguien puramente bueno, negando la contraparte no tan buena.
En mi experiencia, jamás se renuncia por completo a la necesidad de idealizar, si bien, en el curso del desarrollo normal, el hecho de enfrentarse a la realidad interna y externa tiende a debilitar dicha necesidad.
La integración también significa perder parte de la idealización -tanto con respecto al objeto como a una parte del sí-mismo- que siempre caracterizó a la relación con el objeto bueno. El hecho de tomar conciencia de que el objeto bueno jamás podrá aproximarse siquiera a la perfección que se espera del objeto ideal produce la desidealización; y resulta incluso más doloroso percatarse de que no existe ninguna parte verdaderamente ideal del si-mismo.
La fórmula sería a mayor integración menor necesidad de usar defensas primitivas.
Me despido dejándolos con una frase un tanto picara: "que mi madre Melanie Klein los integre".
Nos vemos pronto.
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